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No hay liberalismo que no sea antipolítico

En ¿Anarquismo o Minarquismo?, Juan Ramón Rallo hace una distinción entre “anarquismo filosófico” y “anarquismo político”, rechazando el último.

Según nosotros, esta distinción es equivocada: no hay “anarquismo político”, solo hay una teoría liberal del Derecho, y una de las consecuencias inevitables de esta teoría es el anarquismo.

El liberalismo es anti-político

Juan Ramón Rallo empieza distinguiendo entre “anarquismo filosófico” y “anarquismo político”. Pero de la misma manera que no coleccionar estampillas no es un pasatiempo y que el ateísmo no es una religión, querer la desaparición de la política no es una opinión política.

El carácter anti-político del liberalismo he sido exprimido por autores como Antony de Jasay (Contra la política), Karl Hess (La muerte de la política) y Franz Oppenheimer (En El estado, introduce la dicotomía entre la manera económica, la producción, y la política, el robo).

Otros autores han sido menos explícitos, pero la idea es la misma.

Mises, en Liberalismo, menciona la desaparición de la política como el último nivel a lograr siguiendo el principio de subsidiaridad:

Como es evidente, el derecho de autodeterminación al que el liberal alude nada tiene que ver con ese supuesto “derecho de autodeterminación de las naciones”, porque el liberalismo lo que defiende es la autodeterminación de los individuales habitantes de toda zona geográfica suficientemente amplia para formar su propia entidad administrativa. Y esto hasta el punto de que, si fuera posible conceder el derecho de autodeterminación a cada individuo, el liberal entiende también habría de serle otorgado. No es posible, desde luego, en la práctica, estructurar tal planteamiento, por razones puramente técnicas, en razón a que la zona de que se trata por fuerza ha de tener bastante entidad como para ser posible administrativamente gobernarla.

— Ludwig von Mises, Liberalismo (p. 140, PDF)

Un problema técnico, entonces, no aún solucionado según él en 1927.

Benjamin Constant, por su parte, veía la “libertad” de los antiguos como el poder político, y, por otra parte, la de los modernos como la libertad de la política, los derechos individuales protegidos de la política:

El derecho de no someterse sino a las leyes, de no ser ni arrestado, ni detenido, ni ejecutado, ni maltratado de ninguna manera, a causa de la voluntad arbitraria de uno o varios individuos. Es para cada uno de ellos el derecho de decir su opinión, de elegir una profesión y ejercerla, de disponer de su propiedad, incluso abusando de ella; de ir, de venir sin permiso y sin dar explicación de sus motivos o de sus procederes. Es para cada uno de ellos el derecho de reunirse con otros individuos, ya sea para compartir sus intereses o profesar el culto que él y sus asociados prefieran, ya sea simplemente para colmar sus días o sus horas de la manera más acorde a sus inclinaciones, a sus fantasías.

— Benjamin Constant, Sobre la libertad de los antiguos comparada a la de los modernos

También los liberales que no mencionan la desaparición de la política como objetivo, entienden su limitación como el objetivo mas importante del liberalismo:

El liberalismo, en cambio, responde a esta otra pregunta: ejerza quienquiera el Poder público, ¿cuáles deben ser los límites de éste? La respuesta suena así: el Poder público, ejérzalo un autócrata o el pueblo, no puede ser absoluto, sino que las personas tienen derechos previos a toda injerencia del Estado. Es, pues, la tendencia a limitar la intervención del Poder público.

— José Ortega y Gasset, “Ideas de los castillos: liberalismo y democracia”, Obras completas, Tomo II, El Espectador (1916-1934)

Aun los que no son explícitamente anarquistas (contra la política en principio) son entonces anti-políticos (minimizar la política a un nivel de importancia insignificante comparado a el cual tiene actualmente).

Por lo tanto, el liberalismo es una teoría anti-política.

El liberalismo es una teoría del Derecho

Pero si no hubiera política, siquiera habría liberalismo. El liberalismo es una teoría del Derecho, y el hecho de que esa teoría se opone a la política — y, como veremos, al estado — es solo una consecuencia menor en importancia teórica, a pesar de ser importante en consecuencias prácticas en nuestra época medieval.

Entonces, todos los liberales quieren:

  • someter las decisiones políticas al Derecho (estado de Derecho, idealmente hasta que no queda nada de no justificado en Derecho);
  • minimizar la proporción de las decisiones que son políticas (menos poder al Estado, idealmente hasta cero);
  • minimizar el nombre de los demás a los cuales una decisión coactiva (es decir, política) de una persona (teniente del poder) se puede aplicar (descentralización, Estados mas pequeños, idealmente hasta cero).

Así, los liberales están en contra de la política porque están a favor del Derecho.

Y, por otro lado, los enemigos del liberalismo, de la misma manera, son enemigos del Derecho, y, de igual forma, quieren cosas directamente opuestas a los principios liberales:

  • una importancia menor del Derecho (idealmente, ninguna), en favor de decisiones políticas, democráticas, tomadas siguiendo otros principios mas arbitrarios, o, aún mejor, administrativas, arbitrarias, sin ningún principio, a la discreción del Príncipe o del burócrata1 — idealmente un dictador con poder de vida y de muerte;
  • una ampliación máxima de la proporción de las decisiones que son políticas — “todo es político”, decían los izquierdistas del Mayo del 68 — idealmente un Estado totalitario;
  • una ampliación máxima del nombre de personas afectadas por decisiones políticas — idealmente, un gobierno mundial.

La política concierne el poder político — una relación asimétrica con una persona teniendo la opción para forzar otra persona a hacer algo, sin consecuencias — es decir, el poder es la opción de coacción arbitraria sin responsabilidad. El Derecho, al contrario, es simétrico: una persona no tiene derecho de hacer a otra lo mismo que esa otra no tiene derecho de hacer a ella, y si llegara a hacerlo, la segunda persona (o cualquier otra persona) podría imponer consecuencias por haberlo hecho — hay responsabilidad por sus acciones.

El liberalismo como teoría del Derecho ha sido expuesto muy claramente ya por Constant:

Los individuos tienen derechos, y esos derechos son independientes de la autoridad social, quien no les puede tocar sin hacerse culpable de usurpación.

— Benjamin Constant, Sobre los derechos individuales

Y, por supuesto, por el proprio Juan de Mariana:

Los bienes privados de los ciudadanos no son a disposición del rey.

— Juan de Mariana, 1609

Así que las personas tienen derechos, y, hasta que llegue un argumento valido a lo contrario, todas las personas tienen los mismos derechos. Es decir, el rey, o cualquier otra “autoridad”, no tiene ningún derecho particular que no tendría cada uno de los ciudadanos.

El liberalismo es LA teoría del Derecho

Autores come de Jasay, Hoppe y Rothbard han demostrado el carácter lógico del argumento. Es decir, hay alternativas que no se pueden rechazar.

Por lo tanto, de dos cosas una:

  1. soy nihilista, así que yo hago lo que quiero — pero otros también, incluso que pueden me matar a mi sin consecuencias;
  2. considero que yo tengo algún derecho (verbigracia, de no ser matado por los demás), así que de nuevo hay solo dos opciones:
    1. tengo que demostrar porque a lo contrario yo tendría derecho de matar a los demás, quienes no tendrían derecho de me matar a mi;
    2. tengo que reconocer el mismo derecho a todas las personas demás.

La historia de las teorías del derecho otras que el liberalismo es una larga historia de tratados fallecidos de demonstrar porque una persona tendría derecho que otra no tendría: las teorías racistas (las personas de otras razas no son personas, o una raza tiene mas derechos porque es “superior” a las otras), las teorías de “derecho divino”, etc.

Y también de teorías oportunistas: somos demócratas hasta que el pueblo no nos elige mas, federalistas hasta que la decisión nacional nos conviene mas que la local, defensores del vae victis hasta que perdimos, constitucionalistas con la excepción cuando no seamos de acuerdo con la constitución, populistas hasta que el pueblo no tenga mas las mismas ideas que nosotros, revolucionarios hasta que tengamos el poder, contra la pena de muerte hasta que queremos matar a nuestros enemigos, etc, etc.

Así que, al final, el liberalismo — todos las personas tienen los mismos derechos — es la única teoría lógica del Derecho. Y así que, abiertamente o no, los enemigos del liberalismo son enemigos del Derecho y defensores de una forma u otra de nihilismo, de arbitrariedad política, es decir, de poder de vida o de muerte sobre los demás.

El Estado no tiene justificación en esta teoría

Dado que todas las personas tienen los mismos derechos, la proclamación de una persona como “rey”, “dictador”, o “presidente” no puede cambiarlo. Tampoco la elección de una persona (es decir, el hecho que algunas personas han marcado su nombre o un equis en algún papel) no puede cambiar en nada los derechos de esta persona.

Ya John Locke entendía bien esto:

La gente no puede delegar en el Estado el poder de hacer algo que sería ilegal hacerlo por ellos mismos.

— John Locke

Entonces, hay otra vez solo dos opciones:

  1. o el estado es una organización que respecta los derechos idénticos de cada persona (por ejemplo, los “gobiernos en competencia” de Gustave de Molinari), así que no es incompatible con el Derecho y la anarquía;
  2. o, según la definición mas común y conceptualmente mas relevante, la de Max Weber (un amigo de Mises), el estado es un monopolio enforzado con violencia agresiva, es decir, una organizaciónón por definición incompatible con los derechos idénticos de cada persona humana, es decir, una organización criminal según el Derecho liberal.

Insistimos en eso: un Estado que respetaría los derechos individuales, es decir, un Estado que sería aceptable según el proprio “anarquismo filosófico” de Rallo, no sería un Estado. Querer un Estado respetuoso de los derechos individuales es una contradicción: es el sofismo del “gato ladrando” de Milton Friedman.

Sí, podemos querer un Estado que se comporta menos come un Estado, pero al final, un Estado que respetaría completamente los derechos no se llamaría mas un Estado. Un ladrón que roba menos es mejor que un ladrón que roba mucho, pero el día que el ladrón encuentra trabajo honesto y deja de robar, pues no será un “buen ladrón”, sino que no será mas un ladrón.

Han notado que no hemos mencionado el contenido de los derechos, ni quienes son sus titulares. Basta decir que esos titulares no pueden ser grupos de otros agentes ya titulares de derechos, y que como hemos visto el contenido de los derechos debe de respetar la lógica, no ser contradictorio. Todo lo demás, al contrario de lo que Rallo critica al anarco-capitalismo con el principio de non-agresión, no lo tenemos que demostrar: es el trabajo de los jueces, juristas, etc. Y será aclarado con jurisprudencia, con decisiones, con contratos de seguro que van a tener cuenta de esas jurisprudencias, etc. El liberal no tiene que probar como los jueces liberales solucionarían cada problema, tampoco como que tiene que demostrar como hacer la luz sin un monopolio estatal de las velas. Lo único que hay que ser claro es que el Derecho lo hay que descubrir, y no decidir, y que por razones lógicas el Derecho debe de ser universal. La aplicación del Derecho a casos particulares, en cambio, necesita interpretaciones particulares, y esas van a ser sujetas a la competición de varias organizaciónes, de varias ideas, en el libre mercado.

No hay bienes públicos

Siguiendo con el individualismo metodológico (que es una realidad epistemologica, no una opinión), ademas de la conclusión lógica de la identidad de los derechos de cada persona, nos lleva también a una conclusión en economía. Las preferencias, por definición, son cosa individual, valorar es un acto individual (no hay “valor intrínseco”), y, desde entonces, la definición de lo que es un “bien” en el sentido económico es individual también. Así que, la definición de un bien siendo subjetiva, no hay bienes públicos.

La defensa nacional, verbigracia, no puede ser un bien publico si ni siquiera es un bien. Los pacifistas no quieren defensa nacional. Los simpatizantes de regímenes exteriores, que quieren una invasión militar, tampoco la quieren. Y incluso los que sí la quieren, no significa que comparten las especificaciones de tamaño o de cualidad de la misma. Tomamos el ejercito checoslovaco del 1939 — muy bien equipado, seguro a costado un montón en impuestos a la población. ¿Y con que finalidad? La decisión de un político de rendirse a los socialistas nacionales ha bastado para que se convierte en un mal publico : todo el equipamiento pasado directamente al enemigo.

La financiación de la defensa, como la de cualquier otro bien (dado que sea un bien) es un problema puramente técnico, y como todos los problemas técnicos no hay que solucionarlo de modo político. La televisión se ha podido financiar con publicidad, o criptaje.

Incluso sobre el ejemplo mas clásico, el de los faros, Kenneth Goldin bromaba:

Los faros son un ejemplo favorito de los manuales de economía tratando de bienes públicos, porque la mayoría de los economistas no pueden imaginar un método de exclusión. (Esto demuestra solo que los economistas son menos imaginativos que los fareros).

— Kenneth D. Goldin, “Equal access vs. Selective access: A critique of public goods theory”, Public Choice, Vol. 29, No. 1, marzo 1977, p. 62.

El problema de financiación de cualquier cosa ha sido solucionado de manera elegante a lo menos desde el crowdfunding. Pero ni siquiera ha necesitado esperar la simplicidad de Kickstarter y otros, hace ya siglos que ha funcionado, incluso para la defensa militar :

En quinze jours, Le Matin avait réuni de quoi acheter non pas un, mais deux sous-marins. —En 1899, le Matin finance les premiers sous-marins grâce à la publicité [In 1899, los primeros submarinos militares son financiados gracias a la publicidad]

Le 2 décembre 1912, lors de son Assemblée générale à Fribourg, la Société Suisse des Officiers décide de lancer un appel aux dons à toute la population suisse dans le but de créer une aviation militaire suisse. Cet appel aux dons est signé le 1er janvier 1913 non seulement par des hauts gradés de l’Armée suisse et par 39 conseillers aux Etats et conseillers nationaux, mais aussi par le chef du Département militaire fédéral, le conseiller fédéral A. Hoffmann. Des meetings aériens, des manifestations, des collectes et des ventes spéciales sont alors organisés, qui permettent de rassembler la coquette somme de 1’734’564 millions de francs. En 1916, grâce à ce fonds, le Département militaire achète 17 avions pour un montant total de 866’000 francs, 14 moteurs de réserve, du matériel et fait en outre construire un hangar à Dübendorf. — Historia oficial del ejército suizo

Entonces podemos añadir a la frase de Goldin: ... y incluso, menos imaginativos que los militares del ejercito suizo de hace un siglo.

Los estados crean caos

La anarquía es el orden, el gobierno es la guerra civil.

— Anselme Bellegarrigue

La anarquía es la máxima expresión del orden.

— Elisée Reclus

El Estado — el peor matador de masa de la historia, ¿y temeis un mondo sin él?

— Meme anónimo

Una critica un poco rara del anarquismo es la de presentar el caos estatal como un “equilibrio de Nash”. De hecho es raro de definir como equilibrio una situación con millones de muertos y regímenes cambiando constantemente. Basta mirar a la historia del siglo XX, los 260 millones de ciudadanos matados por sus “propios” Estados, las leyes constantemente cambiando, los conflictos de poder tras los líderes, etc.

Decir que es estable porque siempre gana un Estado es un poco como decir que un dilema del prisonero tiene solución estable, cualquieras que sean las dotaciones, porque siempre alguien va a quedarse en la carcel.

El hecho de que el tipo de régimen se queda estable (y aun eso es cuestión de definición) no nos diga mucho de interesante sobre la estabilidad de un régimen particular. Porque históricamente el Estado como tipo de régimen ha sido estable? Pues porque es considerado como legítimo — une organización criminal tiene ventaja sobre otras si una parte importante de la población no la reconoce por lo que es — un grupo de ladrones. Nuestro trabajo de liberales es precisamente cambiar esa percepción.

Ya estamos en anarquía: los Estados no son solución mágica

Sí vivimos en anarquía. Los Estados no son contabilizados en estadísticas de criminalidad, nada mas.

Tramp

Las cuestiones jurídicas son complejas, y una critica común del anarquismo es que no las solucione mágicamente. Pero el Estado tampoco. El problema de autoridad común el Estado no lo soluciona. De hecho, hay un montón de cosas que el Estado pretende solucionar pero no soluciona — y ademas la existencia de los Estados cree muchos otros problemas infinitamente más serios. Los conflictos interpersonales necesitan arbitraje. Pero nadie ha dicho que este arbitraje tendría que ser universal. Lo importante es que ambas partes lo aceptan. El estado ofrece un monopolio de arbitraje, que siquiera las ambas partes pueden rechazar, pero que va a ser impuesto por la fuerza.

La existencia de organizaciónes criminales no cambia las leyes fundamentales del universo, y no cambia lo malo y lo bueno. El liberalismo consiste en ver el estado por lo que es — al pan pan y al vino vino. Una vez esto entendido, no hay “equilibrio de los estados”, ni “anarquía”: solo hay una lucha desde siglos tras el Derecho y el crimen, incluso el crimen vicioso que se esconde desde falsas filosofías para engañar la gente.

El problema son los crímenes sin castigos: el problema es la tolerancia de la sociedad al frente a los crimines estatales. En la misma manera en que la tortura, la esclavitud o las guerras de religión eran crímenes tolerados en el pasado, los impuestos, la conscripción, las guerras, la encarcelación de los “narcotraficantes” y las leyes de salario mínimo son crímenes equívocamente tolerados en el presente.

Cambiar esta tolerancia equivocada — hacer entender a la sociedad que la violencia agresiva jamas es aceptable — es la lucha de nuestra generación y la misión sagrada de cada liberal.